sábado, 6 de octubre de 2012

EL REFORZAMIENTO NEGATIVO EN EL ADIESTRAMIENTO CANINO

 

El reforzamiento negativo es muy frecuente en las técnicas tradicionales de adiestramiento canino. Los entrenadores que usan esas técnicas también usan herramientas que causan molestia, o incluso dolor, para que los perros aprendan. Algunas de estas herramientas son los collares de ahorque, los collares de púas y los collares eléctricos.

Aunque un entrenador hábil puede conseguir buenos resultados con el reforzamiento negativo, existen procedimientos basados en el reforzamiento positivo que son igualmente efectivos.

La molestia para el perro es una de las desventajas del reforzamiento negativo, pero no la única. Otras desventajas son que:

·           El adiestramiento se convierte en una lucha de poder entre el entrenador y el perro.
·           El aprendizaje activo generalmente se reduce porque el perro es obligado por la fuerza a realizar las conductas que se le enseñan.
·           La relación entre perro y entrenador puede malograrse porque el perro asocia al entrenador con cosas desagradables.
Además, cuando se usa reforzamiento negativo y castigo positivo, es muy fácil maltratar al perro sin querer hacerlo. De hecho, algunos procedimientos de adiestramiento basados en reforzamiento negativo son tan crueles que deberían estar prohibidos por las leyes de protección a los animales

Por supuesto, también existen procedimientos basados en el reforzamiento negativo que no son tan agresivos. Por ejemplo, una manera de enseñarle a un perro a sentarse consiste en realizar una ligera presión a la altura de los riñones del perro, con el pulgar opuesto a los demás dedos, como ves en la secuencia de fotos

En ese procedimiento, la presión se realiza apretando la espalda baja del perro, y no empujando la grupa hacia abajo. Empujar la grupa hacia abajo causa más resistencia por parte del perro, lo que dificulta el aprendizaje.

Al final, el perro se sienta para evitar la sensación desagradable. Cuando esto ocurre, se retira la presión y la conducta de sentarse es reforzada negativamente.



TÉCNICA DE DESENSIBILIZACIÓN SISTEMÁTICA
EXTRAIDO DE:
http://www.psicologia-online.com/autoayuda/estres-ansiedad/tecnicas-de-desensibilizacion.html
Con la desensibilización sistemática una persona puede aprender a enfrentarse a objetos y a situaciones que le son particularmente amenazadoras, exponiéndose de forma real o imaginaria a los estímulos que producen una respuesta ansiógena. Se trata de aprender a relajarse mientras se imaginan escenas que, progresivamente, van provocando mayor ansiedad. “La repetida presentación del estímulo hace que éste pierda progresivamente su capacidad de evocar ansiedad y en consecuencia malestar físico, emocional o cognitivo” La técnica es muy efectiva para combatir fobias clásicas, miedos crónicos, algunas reacciones de ansiedad interpersonal…
Es fundamental exponerse de forma real o imaginaria a los estímulos que producen emociones ansiógenas y cuantas más veces mejor. Se trata de no evitar nunca, de enfrentarse pero armado de unos recursos que antes no se tenían pero que se pueden aprender. Por eso es muy importante repetir, repetir y repetir. Llevando a cabo acercamientos sistemáticos y progresivos (despacio pero sin pausa, poco a poco hasta que vaya perdiendo fuerza el elemento ansiógeno) los cuales serán reforzados puntualmente, de modo que la respuesta pierda poder ante dicha situación.
Podemos hacerlo repasando con la imaginación la exposición al estímulo que genera ansiedad (por ej. cómo responder ante una situación o pensamiento ante los que sentimos descontrolar o con gran malestar psicológico o fisiológico) y tras dominar la situación con la imaginación (viéndonos por ej. a nosotros mismos respondiendo controladamente y de una forma mucho más positiva y adaptativa) pasar posteriormente a practicar con la exposición directa. Se trata de deshacer condicionamientos que provocan ansiedad y aprender otros más positivos y adaptativos. Esto sirve para cualquier situación que pueda provocarnos ansiedad.
Los pasos son:
  1. Relajar los músculos a voluntad (Relajación diferencial o progresiva).
  2. Hacer una lista con todos los temores o situaciones ansiógenas.
  3. Construir una jerarquía de escenas ansiógenas de menor a mayor intensidad de ansiedad.
  4. Avanzar, a través de la imaginación o mediante enfrentamiento, con las situaciones temidas de la jerarquía. Es importante que se practique la visualización para que la situación se viva como muy real. No se pasará a una nueva situación ansiógena hasta no haber logrado que la anterior situación de la jerarquía quede totalmente resuelta en cuanto a la ansiedad vivida.
TERAPIA CONDUCTISTA
¿Qué es?
Cada vez que celebramos las bromas de un amigo, castigamos a un niño travieso o damos un premio al que se ha portado bien, estamos practicando una forma espontánea de terapia conductista. Son muchas las situaciones de la vida diaria en que aprobamos las conductas que nos parecen deseables y reprobamos las indeseables.
De la misma manera, los terapeutas conductistas se valen de un sistema de recompensas (y a veces castigos) para ayudar al paciente a abandonar hábitos inaceptables o que son una amenaza para sí mismo o para los demás, como el tabaquismo, el alcoholismo, la conducta violenta o ciertas formas de temor irracional.
La terapia se basa en el principio de que las malas conductas, sea cual sea su origen, se adquieren como resultado de un aprendizaje. Los niños, por ejemplo, pueden aprender a portarse indebidamente si sus padres y maestros “premian” el mal comportamiento concediéndole demasiada atención. Por su parte, un adolescente puede caer en el consumo excesivo de bebidas alcohólicas para obtener la aceptación de otros jóvenes (que también beben en exceso).
Otro ejemplo de conducta alterada es el de las personas que padecen estrés pos-traumático, un conjunto de reacciones emocionales prolongadas que puede sobrevenir como consecuencia de haber vivido acontecimientos impresionantes.
En cualquier caso, la terapia conductista se propone desarraigar los hábitos nocivos y el comportamiento indeseable adiestrando al paciente a sustituirlos por reacciones más constructivas.
Utilidad
El tratamiento está orientado a la solución de problemas específicos como tabaquismo, alcoholismo, comportamiento obsesivo-compulsivo, fobias, temores y trastornos infantiles de la conducta como la enuresis y ciertas formas de comportamiento antisocial.
Como sucede con casi todas las formas de psicoterapia, la eficacia del adiestramiento conductista depende de dos condiciones fundamentales: el terapeuta debe inspirar absoluta confianza y el paciente debe tener el deseo genuino de superar su problema.
¿Cómo es una consulta?
La terapia conductista sólo debe ser aplicada por un psicólogo clínico o un psicoterapeuta competente. Después de preguntar al paciente cuál es la conducta que quiere modificar, cuándo empezó a manifestarse y qué consecuencias tiene para sí mismo y para los demás, el terapeuta elegirá la técnica apropiada de adiestramiento. Por regla general, el tratamiento se distribuye en sesiones semanales y tiene una duración total de tres meses.
Los casos de fobias y temores suelen tratarse con una técnica conocida como desensibilización sistemática: el paciente comienza por practicar ciertos ejercicios de relajación mientras imagina las situaciones que le causan temor; una vez que logra mantener la calma, se le hace afrontar gradualmente las mismas situaciones, pero en la vida real, sin olvidar la práctica de la relajación. Con el tiempo, esta última llega a aprenderse tan bien que se convierte en una reacción espontánea, y los temores o fobias quedan superados.
Un método más rápido para tratar ciertas fobias es la exposición forzada o confrontación directa, que consiste en obligar al paciente a afrontar la situación que teme; pasada la reacción inicial, y una vez que éste se da cuenta de que no sufre ningún daño, su miedo se desvanece y se impone el dominio racional. Muchas personas han aprendido a tolerar de este modo insectos, alturas, espacios cerrados y muchos otros motivos de fobia.
En el caso del alcoholismo suele utilizarse la terapia por aversión, uno de cuyos recursos más eficaces es la administración regulada de disulfiram, medicamento que produce náuseas, malestar general y otras reacciones físicas adversas cuando se com-bina con bebidas alcohólicas; en consecuencia, el enfermo tarde o temprano acaba por adquirir aversión al alcohol (y en ocasiones al simple olor del mismo). Una técnica menos radical de deshabituación, empleada para combatir todo tipo de adicciones, es la aversión imaginativa, que consiste en asociar mentalmente la sustancia a la que se es adicto con algún recuerdo o sensación desagradable.
El punto de vista ortodoxo
La terapia conductista está respaldada por investigaciones científicas sobre el proceso de aprendizaje, y muchos médicos reconocen su eficacia para combatir trastornos específicos de la conducta, que se beneficiarían poco con un tratamiento exclusivamente medicamentoso.
Principios de la terapia conductista
A finales del siglo pasado, el fisiólogo ruso Iván Pavlov (1849-1936) cobró fama al lograr que un perro salivara cada vez que oía una campana cuyo sonido había aprendido a asociar con la llegada de su alimento. Pavlov llamó reflejo condicionado a este proceso, y lo aplicó al estudio del aprendizaje en el hombre. A principios de nuestro siglo, el psicólogo estadounidense John B. Watson expuso el conductismo, doctrina psicológica que descarta los conceptos de mente y conciencia, y sólo da validez a la conducta observable del individuo. Muchos de los principios expuestos por ambos cien-tíficos constituyen los fundamentos de la terapia conductista moderna.
Después de la Segunda Guerra Mundial, otro psicólogo estadounidense, B. F. Skinner, formuló el concepto de reforzamiento, mecanismo por el cual una recompensa o experiencia agradable que el individuo asocia con determinada conducta aumenta las probabilidades de que ésta se repita. Por ejemplo, la agorafobia puede reforzarse en una persona por el alivio que ésta experimenta si se queda en su casa; con el tiempo, la persona puede acabar por no salir en absoluto.
La solución de Skinner a este problema consiste en asociar la falta de ganas de salir con una experiencia desagradable, a la vez que se asocia el hecho de salir con una recompensa. Este método aún se emplea para ayudar a superar otros problemas similares.
Aunque Skinner llegó al extremo de proponer que el conductismo debía usarse para ejercer control sobre todas las conductas humanas y crear así una sociedad perfecta dirigida por psicólogos, la mayoría de los seguidores de la doctrina no lo tomaron en serio, y hoy sus técnicas se limitan a tratamientos individuales aplicados con el consentimiento del paciente.
EXTRAIDO DE: http://www.esencialidad.com/index.php?option=com_content&task=view&id=127&Itemid=179

lunes, 1 de octubre de 2012

MODIFICACION DE CONDUCTA: ECONOMIA DE FICHAS



RESUMEN DE LA TÉCNICA:
Ámbito de aplicación:
Su principal objetivo es motivar al niño en la ejecución de determinados aprendizajes y también fomentar la aparición de conductas positivas, controlando o eliminando las disruptivas.
Edad:
Cambiando los reforzadores y adecuándolos a la edad evolutiva correspondiente, podemos utilizarlo en prácticamente todos los niveles de edad. Muy útil en Educación Especial y también en la escuela ordinaria para conseguir objetivos específicos.
Puntos fuertes:
Técnica simple, de fácil comprensión por los niños y altamente motivador (si se construye y utiliza adecuadamente).
Limitaciones:
Hay que saber escoger los reforzadores en función del niño o del grupo. Los niños que no alcancen el premio pueden frustrarse o desistir del método. Hay que asegurar, al menos al principio, unos primeros éxitos.

FUNDAMENTOS TEÓRICOS
Técnica ampliamente conocida y aplicada tanto en ambientes educativos como institucionales, familiares o incluso clínicos. Puede ser utilizada en grupo pero también a nivel individual.

En cierto modo puede considerarse una aplicación derivada del Condicionamiento Operante descrito por Skinner ya que utiliza como base el refuerzo, en especial los denominados reforzadores secundarios (Hull). Es decir, objetos por sí solos carentes de valor o neutros (fichas, puntos...) pero que luego pueden cambiarse para obtener el premio o refuerzo primario (juguetes, caramelos, cualquier actividad gratificante, tiempo de juego, etc...). Mediante la introducción de este tipo de condicionamiento, el niño aprende a manejar de forma más eficiente una nueva situación de contingencias que le permitirá obtener ciertos beneficios de los que antes no disponía.

No obstante, los creadores de esta técnica como tal fueron Ayllon y Azrin en 1.968. Fue la necesidad de encontrar una nueva vía para motivar a los pacientes mentales institucionalizados crónicamente y conseguir que actuaran de modo más competente, lo que les llevo a su creación y sistematización.
 
Uno de los problemas fundamentales a la hora de intentar aplicar un plan de reforzadores primarios en un ambiente institucionalizado y con funcionamiento de 24 horas, era que no podía efectuarse un seguimiento directo por parte de los psicólogos durante todo el tiempo. Hacia falta un sistema que pudiera aplicar cualquier profesional del centro (cuidadores, personal sanitario, etc...) pero que, a su vez, no revistiera especial dificultad técnica en su aplicación. Tener siempre a disposición helados, dulces, cigarrillos u otros como reforzadores inmediatos era complejo. La solución que encontraron fue la introducción de reforzadores secundarios (fichas) intercambiables por el reforzador primario según las condiciones que se marcaron. Éstas podían ser repartidas ampliamente por todo el equipo para ser utilizadas en el momento oportuno. De esta forma se consiguió erradicar muchas de las conductas indeseables y que se marcaron como objetivos prioritarios.
¿CÓMO PUEDE AYUDARNOS LA TÉCNICA?

En general podemos señalar dos grandes ámbitos en los que la Economía de Fichas pueden ayudarnos:
1.    Elevar la motivación del grupo hacia determinados aprendizajes.
2.    Aumentar las conductas positivas y tratar de controlar y/o eliminar las disruptivas.
Ejemplo de fichas para utilizar:
PASOS A SEGUIR:
a) Conocer al grupo
El paso previo para la instauración de una economía de fichas en el aula pasa por conocer las peculiaridades de nuestro grupo. La edad, las características personales de cada niño, sus áreas de interés, su ámbito social, etc, pero también la propia personalidad del grupo, es decir, si se trata de un grupo homogéneo o, por contra, es muy heterogéneo y nos encontramos con niños de diferentes orígenes y culturas. En este último caso puede que sea un poco más complejo encontrar reforzadores adecuados en especial con los más mayores.

Es muy probable que cuando decidamos introducir una economía de fichas en el aula (en especial cuando se trata de controlar la conducta) lo hagamos por la necesidad de actuar sobre los niños “problemáticos”. Normalmente en cada clase hay niños que siempre se portan o trabajan bien y, por tanto, no necesitan de premios especiales para hacerlo. No obstante, ahora todos quedan sujetos a los posibles premios en caso de darse las condiciones marcadas y deberemos estar atentos en asegurar, al menos en inicio, de que el colectivo que lo tiene más difícil, pueda asegurarse algún pequeño éxito de entrada. No se trata de regalar premios sino bajar el listón de la demanda al comenzar el programa para situarlo al alcance de la mayoría de los alumnos e ir subiéndolo progresivamente.
b) Definir el ámbito de actuación
¿Qué es lo que necesitamos corregir o mejorar en el aula?
Podemos tener necesidad de actuar para fomentar la motivación hacia ciertas asignaturas y/o actividades o también sobre determinadas interacciones conductuales desadaptadas entre iguales (peleas, riñas, desobediencia, negativismo...).

Una vez definidos los objetivos prioritarios, debemos transmitirlos de forma concreta y entendible para todo el grupo. Por ejemplo, no podemos marcar como objetivo el conseguir que los alumnos se porten bien ya que esto supone una valoración subjetiva que puede variar según el observador. Hay que especificar (si queremos modificar conductas) con frases como: “no pelearse”; “no contestar al maestro”; “hacer el dictado”...

Si son varias las conductas que hay que modificar, se aconseja crear un listado de las mismas y un orden de prioridad teniendo en cuenta las necesidades de la propia escuela o aula. Empezar por la conducta u objetivo elegido y aplicar el procedimiento hasta que se consiga la mejora adecuada. Progresivamente pueden irse introduciendo otras. La idea es no intentar un cambio sobre muchos aspectos a la vez ya que puede tener un efecto contrario al deseado.
c) Concretar la metodología
     ¿Cómo lo vamos a hacer?
Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para aplicar el procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos:
1) Especificar la conducta que va a premiarse y el premio: Se explica al grupo que se van dar unos premios determinados (según edad y posibilidades) y que para obtener el premio hay que efectuar algún tipo de actividad (por ejemplo, aprender la tabla del 7) o dejar de hacer otras (p.e. no pelearse).
2) Explicar cómo se obtienen o pierden puntos: Los puntos o fichas pueden darse, según los objetivos, en el mismo momento que se produce la conducta positiva (se entrega una ficha) o al final del día haciendo balance individual. En el caso de aulas muy numerosas pueden suministrarse puntos colectivos exceptuando los casos de niños que no hayan tenido las conductas esperadas. En caso de mala conducta sí se le puede retirar uno de los que haya conseguido pero nunca llegar a puntuaciones negativas. Por ejemplo, todos los niños que no se han peleado reciben al final de la jornada un punto.

En niños pequeños o de educación especial es aconsejable utilizar el refuerzo inmediato, es decir, la entrega inmediata del premio o reforzador tras la conducta deseada. No funcionará si demoramos demasiado la entrega del premio final.

3) Crear un registro donde los niños vean el estado de sus puntos: Estos puntos se van colocando en el registro y al llegar a un determinado número son canjeables, por ejemplo, por dulces o golosinas. Puede hacerse coincidir la entrega de premios con el final de la semana, es decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido puntos positivos toda la semana (5 puntos = premio).
Los niños que no hayan alcanzado su premio en una semana determinada pueden ir acumulando puntos para canjearlos el siguiente viernes si han conseguido sumar 5. Lo que nos interesa es que los niños no pierdan la motivación.
Recordar que en niños de Educación Especial necesitaremos tiempos de entrega más cortos si no inmediatos.
4) Dar los premios o reforzadores en los plazos acordados a quienes consiguen las metas marcadas: El premio puede darse, como se ha comentado, en un día concreto de la semana (para facilitar las cosas) y en el que se canjearan los puntos o fichas por el premio establecido. A partir de ese momento, los niños pueden volver a ganarlos. Los que todavía no han alcanzado el número suficiente guardan sus puntos a la espera de conseguir más y alcanzar el premio los días siguientes.

Pueden establecerse tiempos más cortos (diarios) según las necesidades y el perfil de los niños.
APLICACIÓN Y SEGUIMIENTO
Finalmente debemos poner en marcha el procedimiento en base a los objetivos y reglas que hemos establecido. Es importante que su aplicación sea lo más simple posible y que todos los niños tengan claras las normas de funcionamiento sin contradicciones.

Es muy probable que las cosas no funcionen del todo bien los primeros días y/o semanas de la implantación del sistema. Debemos de ser constantes en su aplicación para empezar a obtener resultados positivos y que los niños se convenzan de que es un sistema con el que pueden obtener beneficios extra.

A partir de su puesta en marcha, debemos estar abiertos a la posibilidad de introducir variaciones o modificaciones según alcancemos o no los objetivos. Suele suceder que los reforzadores pueden perder interés si siempre son los mismos y, en gran medida, el éxito va a depender de la creatividad y recursos de que disponga el profesional que la aplique.

Otro problema con el que nos podemos encontrar es que algunos niños se frustren de entrada al no conseguir el premio como otros y se desmotiven.
Por todo ello, la Economía de Fichas, debe plantearse como un sistema abierto y susceptible de introducir variaciones o modificaciones sobre la marcha si se consideran necesarias.

Finalmente apuntar que estas técnicas no pretenden enseñar al grupo a funcionar siempre a base de premios sino de darle, en un momento dado, motivos para iniciar un cambio en sus conductas o motivaciones. Lo que se espera en el futuro es que las conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un niño puede empezar a no efectuar determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su entorno.

ALGUNAS PRECISIONES SOBRE EL CONDICIONAMIENTO CLÁSICO


¿QUÉ ES EL CONDICIONAMIENTO CLÁSICO?

Es un tipo de aprendizaje asociativo, en el cual, lo que se aprende es una relación entre eventos o estímulos.

¿CUÁLES SON LOS ELEMENTOS DEL CONDICIONAMIENTO CLASICO?

·      Estímulo Incondicionado (EI): Es un estímulo que provoca una respuesta de manera  “espontánea”, “natural” o refleja; es decir, el organismo no requiere aprender nada para que esa respuesta se presente, se podría decir que es "incondicional" al aprendizaje, pues no depende del aprendizaje.

·      Respuesta Incondicionada (RI): Es la respuesta provocada de manera “espontánea”, “natural” o refleja, por el estímulo incondicionado. Esta respuesta es "incondicional" al aprendizaje, es decir, no está condicionada a él; por lo tanto, no depende de él para producirse. Estas respuestas son generalmente los reflejos y respuestas fisiológicas y están relacionadas con las emociones.

·      Estímulo Neutro (EN): Como su nombre lo dice, es un estímulo que no provoca ninguna respuesta.

·      Estímulo Condicionado (EC): es un estímulo que, por aprendizaje, genera una respuesta condicionada. Por lo tanto, el estímulo es "condicional" al aprendizaje; y depende de él para convertirse en un estímulo condicionado. Una característica propia de este estímulo es que al inicio se presenta como un Estímulo Neutro (EN) que como tal,  no provoca ninguna respuesta, pero luego de la asociación con el EI, se convierte en un Estímulo condicionado.

·      Respuesta Condicionada (RC): en general, es una respuesta parecida a la RI, pero para que se produzca la RC, frente al EC, se requiere que haya habido un aprendizaje. Es decir, esta RC es "condicional" al aprendizaje; depende de él para llegar a aparecer.


¿DE QUE MANERA UN ESTÍMULO NEUTRO (EN) SE CONVIERTA EN EC?

Se requiere que se presenten "contingentemente" los dos tipos de estímulos, el EC y el EI. El orden cronológico y el paradigma del CC, se resume así:

EC --- EI (traslapados por unos segundos)

EJEMPLOS DE CONDICIONAMIENTO CLÁSICO:


EI: Luz en los ojos              ----RI: Constricción de las pupilas
EI: Hincón                            ----RI: Dolor
EI: Olor a pimienta              ----RI: Estornudo
EI: comida en la boca        ----RI: salivación
EI: ruido fuerte                    ----RI: sobresalto
EI: Lo desconocido             ---- RI: Aumento de los latidos cardíacos

domingo, 22 de abril de 2012



SENSIBILIZACIÓN ENCUBIERTA

Consiste en repeticiones imaginadas de la conducta-problema apareada con eventos simbólicos aversivos.
El objetivo es provocar algún grado de inhibición en comportamientos potencialmente dañinos y que el paciente no desea, como por ejemplo, tomar alcohol, fumar, comer compulsivamente o algunas desviaciones sexuales como la pedofilia.
Este procedimiento resulta una suerte de Desensibilización Sistemática a la inversa, ya que lo que se intenta es que el individuo experimente cierto grado de ansiedad frente a esos comportamientos no deseados o patológicos de modo tal que se inhiba la ocurrencia de los mismos.
La técnica está dirigida a alterar las representaciones simbólicas o mediadores de la actividad no deseada, de esa manera, su efectividad depende de que esa conducta posea tales mediadores, es decir, que no estemos frente a una conducta automática.
Generalmente, se la utiliza en adicciones hacia la última fase de tratamiento, cuando se intenta que el paciente adquiera autocontrol ante los entornos que lo puedan llevar a una recaída.

Por ejemplo, a quien padece de alcoholismo se lo induce a imaginar situaciones donde hay gente bebiendo seguidas de otras que él experimente como aversivas, que le den asco o le desagraden mucho. De esa manera, se debilita la apetencia por consumir en contextos similares a los imaginados.
EL AFRONTAMIENTO DE LA ANSIEDAD EN LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL
En el artículo que expondremos a continuación, conoceremos un poco más sobre la técnica de Desensibilización sistemática y su utilidad para el enfrentamiento de algunos trastornos de ansiedad.
Cuando Van Riper propuso su terapia, la técnica de afrontamiento de la ansiedad que había demostrado de forma más fehaciente su eficacia se llamaba desensibilización sistemática y de ella tomó su nombre la fase que aquí describimos. Sin embargo, en el proceso de avance de la terapia cognitivo conductual se han ido matizando los elementos que hacían que esa técnica funcionase y se ha demostrado que lo fundamental es la exposición a los estímulos temidos. Por eso se actualmente se utiliza menos la palabra desensibilización y más la de exposición. En el presente trabajo se han utilizado ambos términos de manera indistinta y generalmente como equivalentes, porque la descripción de la fase y las técnicas que hace Van Riper tienen actualmente una vigencia total y se ha preferido conservar el término que él empleó.
Según Marks (1991) existe una autopista para el manejo de la ansiedad que es la exposición (desensibilización) a la situación temida y otras carreteras secundarias como son la relajación, la tensión muscular en algunos casos, la respiración, etc. Por tanto, el objetivo principal en esta fase es que el tartamudo realice una exposición terapéutica a las conductas identificadas en la fase anterior que están implícitas en su forma de tartamudear, porque aunque han nacido para evitar el tartamudeo, como no lo consiguen se han convertido ellas mismas en fuente de ansiedad. Por supuesto también tiene que exponerse a tartamudear en las situaciones que teme. No quiere decir que tartamudee a propósito, sino que se arriesgue a que ocurra sin hacer nada por evitarlo.
El proceso de exposición o desensibilización consiste en que la persona se exponga al estímulo temido sin que dé las conductas de evitación, huida o lucha. Cuando se hace así de forma sistemática, se da la habituación, junto con la extinción de las conductas de evitación, entonces la ansiedad disminuye y se afrontan las situaciones con tranquilidad creciente.
Hay muchos ejemplos en la vida cotidiana que nos dan una idea de cómo es este proceso. Uno de ellos, porque es muy común, es cuando aprende a nadar alguien que tiene miedo al agua. Puede estudiar muchos manuales, estudiar muchos estilos, pero si finalmente no se va exponiendo al agua, mojándose y metiéndose en la piscina, yendo paulatinamente hacia donde le cubre y teme más poderse ahogar, no conseguirá nada. Al principio, cuando vaya avanzando lo pasará mal, pero finalmente, con tiempo y perseverancia, conseguirá disfrutar del baño. Existe otro método para perder el miedo a nadar y es tirarse a la piscina directamente donde cubre, de esta forma se consigue rápidamente perder el miedo, pero siempre y cuando se haga con un cierto conocimiento de nadar y un socorrista cerca que den las suficientes garantías de que no va a pasar nada.

Aunque hay distintas visiones sobre el mecanismo que funciona en el proceso de exposición o desensibilización, la teoría más aceptada es que se da un fenómeno de habituación por el que nos acostumbramos a la ansiedad y dejamos de sentir las sensaciones asociadas a ella, al no dar respuestas de evitación. Otra visión es que la excitación que está en la base de la ansiedad desaparece porque pierde su funcionalidad al no luchar ni huir. Otra visión más, se basa en la extinción de la ansiedad como conducta de preparación para las acciones de evitar, al no realizarlas. Otra visión adicional es que la desensibilización y la exposición están basadas en el contracondicionamiento, que consiste en lograr que aparezca una nueva respuesta en lugar de la ansiedad en las situaciones temidas. En realidad todas las visiones son complementarias y dan cumplida cuenta del proceso que se sigue.
Una metáfora proveniente de la Terapia de Aceptación y Compromiso compara a la ansiedad con un monstruo que vive y se alimenta de adrenalina. Cuando algo nos avisa que hay un peligro, como entrar en una escalera mucho más empinada de lo esperado, realizamos una descarga automática de adrenalina y el monstruo que estaba dormido se despierta y logra que de forma automática nos agarremos a la barandilla y nos ayuda a no caernos. Nos damos cuenta de que tenemos el monstruo dentro y que se ha quedado, porque mientras digiere la adrenalina está fuerte ya que todavía le queda alimento para vivir. Cuando pasa el tiempo sin que veamos un nuevo peligro el cuerpo recupera su nivel normal de adrenalina y el monstruo se hiberna, porque no tiene suficiente alimento. Cuando es el propio monstruo el que nos da miedo y lo queremos echar del cuerpo, y luchamos para que desaparezca de inmediato, volvemos a hacer otra descarga de adrenalina para poder hacer el esfuerzo de luchar contra él. El monstruo, encantado porque tiene más alimento, crece y se hace más amenazador, nos dice que va a comernos el cerebro, que nos va a dañar el corazón, y la garganta nos la va a paralizar para siempre.
Si aceptamos al monstruo en nuestro cuerpo y no hacemos nada para que se vaya, dejaremos de darle alimento y el monstruo morirá de inanición. Siempre viviremos el riesgo de que no se vaya, porque no estamos haciendo nada para conseguirlo. Tendremos que acostumbrarnos a escucharle decir "¿y si no me voy y te da un ataque al corazón o te vuelves loco, o se te bloquea la garganta para siempre?" y, tendremos que no hacer nada de lo que implícitamente dice, "¡lucha!, ¡huye!" pese al miedo que sentimos. En el tartamudeo atisbar una palabra difícil o una sensación de que no se va a poder hablar, dispara la adrenalina y se comienza la lucha para evitar o salir del bloqueo. Cuando se ha salido, la propia excitación avisa de que se está en una situación peligrosa y dice que hay que seguir la lucha. Aprender a no hacerlo es el objetivo de la desensibilización en el tartamudeo.
Como en todo proceso de habituación es imprescindible que los sucesos se repitan durante mucho tiempo para que se dé. Todos sabemos que los hombres somos capaces de habituarnos a las condiciones de vida más difíciles, solamente necesitamos tiempo y querer hacerlo, es decir, exponernos a ellas sin huir.
Formas de realizar la desensibilización
En la terapia cognitivo conductual se distinguen diversas formas de hacer la exposición.
Exposición en la imaginación
Es decir, imaginando las situaciones que producen ansiedad y manteniéndolas en la mente de manera constante hasta que se produce un cambio en la sensación. Este tipo de exposición se hace muy a menudo de forma paulatina, empezando por aquellas situaciones que producen poca ansiedad, y se unen las imágenes a la relajación. Cuando se hace de tal manera que es posible llegar a imaginar la situación mientras se está relajado y se asocian las imágenes y pensamientos a sentimientos de relajación, en lugar de a la ansiedad; se conoce como desensibilización sistemática. Es el primer método que se demostró empíricamente que era eficaz con los miedos ya en los años sesenta del siglo veinte. Pero, como señala Van Riper, no es muy eficaz para desensibilizar a los tartamudos a su habla porque es muy difícil imaginar con detalle las conductas motoras asociadas a su tartamudeo ya que las han intentado ignorar durante toda su vida. Sin embargo está indicado en muchas otras situaciones.
La desensibilización sistemática tiene como ventaja que no es dolorosa. Otra ventaja de las exposiciones en la imaginación es que se puede controlar el tiempo que dura de forma que se puede hacer lo suficientemente largo para que se produzca la extinción.
Exposición en vivo
Significa que la exposición y la habituación se hacen en la propia situación real. Un problema presentado por la exposición en vivo es que, en general, no se puede controlar la duración de la situación y tampoco la constancia del estímulo, necesarios para que se dé la habituación con una cierta rapidez. Por eso es importante, en esta fase los ejercicios en las sesiones individuales y la terapia de grupo en las que se puede prolongar la situación y conseguir que el oyente persista en la conducta a la que se tiene que habituar el tartamudo hasta que se consiga la habituación.
Generalmente se intenta hacer la exposición de forma gradual, es decir, se van enfrentando las situaciones por orden de dificultad, empezando por las más fáciles. En este caso se conoce el proceso como desensibilización. Se va luego aumentando la dificultad hasta alcanzar las situaciones que producen los niveles mayores de ansiedad. Por la misma razón que se ha argumentado sobre la exposición en vivo, la graduación es posible en la consulta o en las sesiones de terapia de grupo, pero en la realidad las situaciones se presentan de forma aleatoria y pueden aparecer de pronto situaciones muy difíciles para las que todavía no se está preparado; pero que se tienen que afrontar obligatoriamente. En ese caso es preciso tener claro que aunque se evite o se salga de la situación como se pueda, no se puede interpretar como un fracaso o un retroceso, sino que es preciso considerar que esas situaciones se podrán enfrentar en un futuro. Muchas veces es preciso atacar directamente las situaciones de más alta ansiedad de forma directa, sin empezar con otras más fáciles.
Como desensibilizar
En el proceso de desensibilización se trata de que la ansiedad disminuya, y se compruebe y se sienta esa disminución. Por eso es importante empezar enseñando al tartamudo a distinguir su nivel de ansiedad, reconociendo la emocionalidad negativa que tiene en cada momento, para poder realizar la exposición de forma gradual y mantener la situación el tiempo necesario hasta que la ansiedad baje y se vaya dando la habituación. El habla es un barómetro tan bueno como otro cualquiera de los sentimientos del paciente. Algunos se han referido a la ratio "no-ah", al tono, intensidad y variaciones de calidad mostradas por el tartamudo en sus momentos de fluidez como índices de su nivel de ansiedad.
Los tartamudos afirman que, a lo largo de toda su vida, no han tenido más remedio que enfrentarse a las situaciones temidas. Lo hacen todos los días y no les ha servido para nada. Pero la exposición terapéutica es algo más, ya que consiste, efectivamente, acudir a las temidas, pero dejando, además, de dar las respuestas de evitación, aplazamiento, etc. Se trata, no solamente buscar y acudir a las situaciones temidas, sino hacerlo de una forma diferente, yendo a dar el mensaje como sea, aunque sea quedándose parado en un bloqueo. Cuando no se hace terapia se va a una situación temida con la intención de salir corriendo, de no hablar, si no es estrictamente necesario, de pasar totalmente desapercibido, de acabar cuanto antes, etc. Cuando se hace terapia se va con intención de hablar, de que se note que se tartamudea, de decir todo lo necesario, aunque sea tartamudeando, de no salir corriendo, etc. En la exposición terapéutica se busca el riesgo de forma controlada.
Efectivamente, el enfrentamiento tal y como lo ha estado haciendo el tartamudo hasta el momento no da ningún resultado. Ha estado en las situaciones en las que ha tenido miedo a hablar miles de veces, pero siempre intentando no tartamudear y salir de ellas lo más rápidamente posible. Para ello ha estado realizando todas las conductas de evitación, aplazamiento, comienzo, etc. en sus intentos desesperados de controlar su habla y su ansiedad y ha maniobrado para que la situación dure lo menos posible. En la modificación de estos aspectos reside el cambio que convierte en terapéutica la exposición. Para que la exposición sea terapéutica tiene que dejar de realizar esas respuestas y se tiene que enfrentar a la situación sin intentar escapar de ella, asumiendo todo el riesgo que tiene de bloquearse, e ir atreviéndose a no emplear muletillas, ni cambiar palabras, a acabar las frases, etc. etc.
Ante este planteamiento es clara la ventaja que tiene hacer la exposición de forma escalonada, de tal manera que se vaya teniendo la experiencia de los resultados que se obtienen cuando se asume el riesgo.
ARTÌCULO EXTRAIDO DE:  
http://trastornodeansiedadsocial.blogspot.com/2009/05/desensibilizacion-en-fobia-social.html